Cuando la arquitectura espectáculo se rinde
Algo está pasando en el ámbito de la arquitectura espectáculo y muchos grandes arquitectos no lo quieren reconocer o, simplemente, no se lo creen. Esos grandes despachos de arquitectura con treinta y tantos arquitectos capaces de diseñar y rediseñar una idea están siendo desbancado por “simples” proyectos de arquitectura que esconde una obra coherente, visualmente potente, sostenible, colectiva y que a la vez cubre las necesidades reales de la población.
La semana pasada el gran Frank Gehry llegó a Oviedo para recoger el premio «Príncipe de Asturias« de las Artes de este año, fatigado del viaje, como luego se disculparía, mostró una expresividad inusual entre los galardonados.
El humor amable con el que accedió a la sala donde se desarrollaría la rueda de prensa se trocó en un semblante molesto, acompañado del dedo corazón de su mano derecha levantado en un signo universal, de honda raíz clásica. Era la forma silenciosa y rotunda de contestar a quienes consideran que su obra, marcada por la inquietud continua del autor y poco complaciente, forma parte de lo que se llama la «arquitectura espectáculo».
Con razón o sin razón, debemos reconocer que es maestro de maestros. Pero la realidad es que la arquitectura del espectáculo ya no está de moda, ya no interesa, y no soluciona los problemas sociales de una sociedad deficiente e incomprendida en muchos aspectos.
Los grandes despachos ya no son Winners, han pasado a meras empresas donde prima el factor económico ante cualquier beneficio social o dejando de lado proyectos que respetan el medio ambiente y las personas.
Un reciente acontecimiento clave ha roto el esquema “típico” del arquitecto o despacho ganador. Solo debemos de mirar el prestigioso World Architecture Festival, festival anual que empezó en el año 2008, donde los mejores proyectos de arquitectura a nivel mundial compiten en varias secciones con un único galardonado con el título de “Edificio del Año” con referencia a los doce meses precedentes.
Grandes despachos como Aedas, Zaha Hadid Architects o Foster & Partners presentan sus proyectos compitiendo con otros muchísimos más humildes, por no decir, totalmente desconocidos.
Este año, el galardón al edificio del año ha recaído sobre un proyecto sostenible, una arquitectura sostenible, simple y que posiblemente sea un hito en la historia de la arquitectura moderna. Proyecto denominado La capilla (The Chapel) un espacio destinado a la comunidad que vive en Vietnam y que fue diseñado por un pequeño despacho local denominado A21Studio.
Lo realmente impresionante de este maravilloso proyecto sostenible es que su estructura principal fue construido a partir de materiales sobrantes de un proyecto anterior. Esto permitió un espacio característico con un presupuesto muy limitado. Incluso los muebles de dentro, son reciclados, para mantener un control sobre los costos que permiten una serie de características más extravagantes tanto dentro como por fuera.
Cortinas de colores finas se estiran mediante varillas de metal sobrantes de una obra para permitir que la luz viaje a través de ellos y puedan crear tonos de colores en el espacio. El color también se ha utilizado de una manera creativa, cubriendo todos los pasajes de luz para crear un hermoso efecto de arco iris cuando el sol brilla durante el día, y un igualmente efecto de brillo natural cuando está iluminado por la noche.
Definitivamente los proyectos sostenibles y económicos están en auge, y este es un ejemplo claro que no hace falta tener millones para ser reconocido mundialmente. Como dato, podemos acceder al World Architecture Festival para ver los diferentes proyectos ganadores en sus categorías. El auge del desarrollo sostenible lo podemos identificar en el artículo «El desarrollo sustentable«